Sunday, September 17, 2006

Another*.*

Con una pena de muerte
(Sip, otra de Serrano, para ti)

Con una pena de muerte
maldigo injustamente a los que antes compartieron
contigo los delirios de la carne.
Y se hace tarde,
y hay quien nos dice que debiéramos mirar
más el reloj.
El amor entre tú y yo es a veces
como el silencio, y al nombrarlo se rompe.
Noche tras noche
me hago adicto a tus ritmos,
tus sonidos, tus sabores.
Cargados de buenas intenciones
nos empapamos de urbanidad,
vendimiando en las aceras
alguna que otra hermosa amistad.
Y yo vigilo tu sonrisa
mientras tomas un té en un café del centro.
Mar adentro mientras,
las sirenas cantan.
Hay quien se tapa los oídos,
quien se ata al mástil de proa.
Tú y yo dejamos que
nos seduzcan con su canto.
Nos estrellamos contra las rocas.
Planeando una huida
por las calles de Madrid
tú me preguntas, mirada dulce,
si me moriría sin ti.
Yo aterrado me escondo
en un vaso cargado de alcohol
y te respondo:
"maldita sea, no lo compruebes por favor".

Y te dices fuerte e independiente,
y a veces me pareces débil
en mis manos como un copo de nieve
que se deshace, negándose
a confesarse enamorada de mí.
Y sé que no podría estar sin ti,
sé que no podría estar sin ti.
Te dices fuerte e independiente,
y a veces me pareces débil
en mis manos como un ligero
copo de nieve que se deshace,
negándose a confesarse enamorada de mí.
Y sé que no podría estar sin ti,
sé que no podría estar sin ti.

Sólo lee y olvida*..*

Otra vez, mi niña, acá estamos... solos los dos, sólo tú y yo. Tú, princesa perdida de mis fantasias más violentas... y yo tu mendigo perdido del tiempo.
De nuevo llorando tus carencias, en nuestros ojos y me dan ganas de gritarte:
¿¿Hasta cuando, por la mierda??
¿¿Hasta cuando ignoras a este bastardo que un día se equivoco y te dejo pasar??
¿¿Hasta cuando no olvidas que tenía amarras en mis pies??
¿¿Hasta cuando nos niega la posibilidad, tu descabellada idea de esta amistad??
Soy yo, el que se a perdido en tus ojos, yo, el que ha rezado tus plegarias, yo quién te ha buscado en el tren subterraneo de tus sueños.
Soy yo el hombre que sujeta tu cara, cuando el dolor la esconde y te baja la mirada...
Yo él que se quedo, para no dejarte sola con este tu absurdo y rebuscado dolor.
Yo soy el que te busca y no te encuentra esta noche, a pesar de que duermes a uno pocos metros de mis noches. Yo él que se altera con tu respiración, en la mitad de tus pesadillas.
Déjame regalarte los sueños, que guarde en el estante, los sueños que algún día soñaste de mi mano. Deja de ignorar lo que fuimos, deja de fingir que el aire nunca fue tenso entre tu respiración y la mía.
Deja de callar el recuerdo de esa noche, que revoloteaba entre tus ideas brillantes, ese recuerdo de noches perdidos en el calor cautivante de tu piel, escondidos en este "Santiago nocturno" que tanto adoro.
Deja de hacer caso omiso al hecho involuntario de que no sólo nos complementamos, si no que nos completamos.
Deja, mi niña herida, de llorar y maldecir tus absurdos intentos de felicidad.
Acá estoy yo, como siempre, donde siempre, aguardandote... de verdad, real y constante.
Jamás te daré vuelta la espalda, jamás te negaré, jamás dejaré de defender tu integridad...

Friday, September 01, 2006

Renacer...

Renacer, mi carne, de tu carne... Renacer al encontrarme en tus ojos perdidos. Sumergido en las aguas de tus mares.

Renacer del llanto de tu alma, que revive y da formas a esta historia. Renacer, para morirme en tu risa, renacer de esta muerte que me asfixia, para elevarme en el suspiro de tus sueños. Renacer, con el aire de tu boca. Con cada momento que tu corazón evoca.

Renacer para entregarte lo que me queda, para darte todo lo que tengo y lo que invento. Renacer mi amor de tus cenizas, justo antes de que se las lleve esta tormenta.”

Caminabas de mi mano, esa noche y sentía que el mundo entero me pertenecía, caminabas en silencio y lentamente, como para estirar el tiempo que nos unía. De pronto tus pasos se detuvieron, tus ojos brillaban con una luz nueva, pero detrás de esa sonrisa, se escondía tu tristeza, esa que yo tanto conozco. Talvez nuestro temor era el mismo... ¿Qué pasaría cuando se terminara esta noche? ¿Cuándo esta oscuridad, ya no pudiera escondernos más?. Me acerque a ti, te obligue a mirarme, te sonreí con miedo y te bese... Nuestros besos están contados, me dijiste en un susurro y me abrazaste.

Esa noche amándote, más allá de lo pactado, morí y renací de tu carne, de tu amor, de tus besos... esa noche perdido en tu cuerpo, descubrí que no hay nada eterno. Y hoy amor, cada vez que muero, por que ya no te tengo, revivo de ese recuerdo. Y sonrío con tristeza, como lo hicieras tú, esa noche que me enseñaste el cielo.

No me culpes mi amor, yo no escribí esta historia sólo, la escribimos juntos y esto que hoy tenemos, no es más que el resultado de nuestros miedos. Yo te grite amor, para detenerte, pero tus convicciones te ensordecieron... yo te pedí de rodillas que no te fueras, en este sueño, pero tú decidiste despertar, antes de que amaneciera. Yo te pedí que me esperaras, en este anden, que me detuvieras... pero mi tren parte y me voy solo, nadie me espera.

Conozco todo aquello de tu orgullo, de las cosas que nunca harías, pues te humillan; pero yo soy la carne de tu carne... tu me diste la vida, cuando yo la creí perdida. Yo soy quien renació un día y condenado siguió la vida. Sin ti, en medio de esta agonía de no morir, de no vivir... de morir cada día y renacer de tu sangre derramada que se enfría.

Renacer cada noche, de las llamas de tu infierno en mis sueños...